(Esta fue una carta que mande al Concurso de Cartas de Amor del Banco de la República en el que quedé de 7ma a nivel nacional.)
Ultimamente, mis letras se rehusan a tocar el papel, siempre y cuando no seas tu el motivo de su existencia. Solo asi ellas se mueren por vivir entre cartas y poemas que posiblemente, nunca te entregaré... prefieren quedar sepultadas al lado de sueños improbables, palabras ahogadas y cuerpos espectrales de besos que nunca fueron (y posiblemente nunca serán), pero que son hijos de tus ojos inclementes y tu sonrisa agridulce. Aun no entiendo porque insisto en buscar un pedacito de mi en ti, cuando esta claro que te has empeñado en mantener por fuera a toda mujer que intente extraviarse en ti. Y sin embargo, aquí sigo, sola con tus incertidumbres y mi paciencia, disfrutando de tus destellos de luz y del sabor de la risa que dejas en mi boca cada noche.
Cada vez me haces mas difícil leerte... Cada vez encuentro mas jeroglíficos encerrados en tus ojos, intentando ocultar el resplandor del tesoro que llevas por dentro... Pero tambien, cada vez es mas claro para mi que, mas que entenderte, solo debo maravillarme con los paisajes que me ofreces y disfrutar del viaje sin preguntar para donde voy.
Eres un hombre que salio de la nada, un musico y poeta hijo de la magia. ¿Cómo intentar descifrarte, si tu esencia es de la misma materia eterea y efímera de la que estan hechos los sueños, los fantasmas, las sombras o las hadas? Lo unico que logre comprender de ti, es que eres incomprensible. Supongo que eso hace parte de tu encanto... Saber que, siguiendo tus pasos, siempre me encontrare con una nueva sorpresa. Algo asi como Alicia siguiendo a su conejo blanco, soy yo, tratando de entender los sentimientos enigmáticos de un principe azul.
Y, sin embargo, ya me estoy cansando de correr... Prefiero dejarte que solo te pasees por mi mente, y que te acerques cuando quieras. Solo espero que no sea muy tarde para nosotros cuando al fin decidas venir a mi.
Por lo pronto, sigo aquí, sentada disfrutando del paisaje que hoy me regalaste. Uno al que no le cabe una montaña mas y detrás de ellas, un firmamento rojo y eterno, con una que otra dulce nube gris, que promete bañarnos de alegria liquida, de nuevo, esta noche. Y en medio de las nubes, ya se asoma, timida, la primera estrella...
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